En estas cosas hay que tener paciencia,
mucha paciencia,
tanta paciencia,
que si no uno desespera,
tranquilas las golondrinas
miran mi apuesta,
entre tumbarme para leer una novela
o levantarme para salir
a cualquier sitio,
donde sea,
antes de que el calor apriete
y no se pueda
ni sacar las narices,
para ver
lo que pasa fuera,
de esos tabiques
de que se compone la casa
que nos sirve
como a los toreros la montera
para no calentarnos la cabeza.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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