Una vuelta de tornillo
a esta noche negra
que queda detrás de una tormenta
que trajo azules cobalto
repartidos por el cielo.
Han huido las aves
que se muestran en directo
para cuando se van a dormir
después de dejar repartidos
trinos diversos.
Aprieta el tornillo
entra hiriendo la piel
del crucero de cemento
sobre el cual se eleva
un monumental muro
que divide a los pobres y a los ricos,
a los malos y a los buenos.
Tan separados y diversos
y a pesar de ello
somos tan iguales
como millones de gotas
descargadas en forma de aguaceros.
Si nos miramos nos vemos
tan nuestros
que sin saberlo
nos quitamos del medio
a medio planeta
por el simple hecho
de que algunos dicen que ellos
vienen a por lo nuestro
y lo nuestro es de todo un poco
solo sangre, carne y huesos,
corazón y cerebro,
lo demás el alma, es camelo,
todo fluye por conductores internos,
tal motor de coche
que lleva en su interior un gato negro
.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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