Una estación de tren
con el andén vacío
y una música que suena,
y un pitido
y una conversación entretenida
y un golpe de tos
y vuelve el tren a la vía,
a visitar los mismos espacios
de todos los días,
a vomitar viajeros,
a secundar con ritmo y alegría
ese trabajo suyo,
mecánica pura,
que trasmite
con pleno ejercicio de cordura
la maquinaria de ese tren
que entre playa y montaña
tiene su vida.
Por aquí ejercemos
de sesudos argonautas,
solo llevamos encima,
la arquitectura del cuerpo
cada vez menos artística.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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