Me entretengo en esta tarde
de un domingo,
la mañana traía rumores
referentes a un asunto
que luego ha dejado de ser
de la magnitud
con el que se suponía al principio.
Ruedan en estas horas
de la sobremesa
las viejas sensaciones,
aquellos de todos los domingos
de otros días,
para cuando uno se dejaba caer
en cualquier sitio,
cama, silla, sofá,
a sabiendas
de que con el fin de semana
comenzaba la marcha atrás
que nos llevaba al lunes
y con ello se producía
la vuelta al principio.
Remuevo poemas míos
y leo otros,
amontono libros
y continuo en mi estar
de esta tarde pensativo,
y es que llegamos a la madurez
de nuestras vidas,
cada vez somos más del tiempo
sus amigos,
las manecillas del reloj
corren a su ritmo,
yo me guío por el mío,
las campanas de la iglesia,
ahora mismo,
pasan un tupido velo,
y se refugian en sus angustias
para decirnos
que si ellas no cantan
es porque todavía estamos vivos.
En este pesar de la tarde
duermen los sentimientos
que solo atienden al sonido
del tecleo de unas letras
de un alfabeto conocido,
me dicen que sobra la "ñ"
y que puede ser que la "y"
siga el mismo camino.
Si no nos cargamos de razones
nos llevará por delante
la corriente de este río
de la vida que vivimos.
Cada vez arrastra más de todo
lo que no es productivo,
y se olvida de lo suyo
que es batear a su ritmo
para extraer lo bueno
con que soñar
que somos en todo ricos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario