Y me llegaron las doce
y la una y las dos y las tres
y aquí estamos
esperando a las cuatro
sin que nada se venga a mover.
Las horas del reloj
me recuerdan el querer,
cuanto más lo esperas
más te puedes de los nervios poner.
Horas que vienen
se pueden ver
en el reloj de una pared,
cuclillo que sale
a por él,
pues cuando vuelva a salir
otra vez,
con aquello de cucú-cucú
será para decirte
que ya no son las cinco,
que son las
seis.
Uno espera otra vez,
que si llegan las siete
sean para no toser
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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