jueves, 28 de marzo de 2024

POESÍA: LO QUE PLATÓN NO SUPO NUNCA


Una burbuja de misterio en estos versos
se llena de vida,
de estrellas aplastadas
con su gas medicinal
con el que construir una galaxia espiral
en la que introducir un alma
para que eternamente viva.

Desde un punto azul
casi un ojo con su iris
y cataratas en él incluidas
nos vamos hasta la inmensidad cósmica
para echar la llave
de la casa en la que el amor habita.

En la planicie donde los bisontes habitan
 los seres humanos vivimos
en una esfera
que si de ella se estira
se convierte en una inmensa llanura.

Plano es todo
la Vía Láctea se extiende
sobre el montaje de diversas teorías
todas ellas descansan
sobre los hombros de un homo parlanchín
que entorno a su vida
construyó un universo
que se sustentaba
sobre el dulzor del mosto de la uva.

Un anciano el universo
su edad no se calcula
de otra forma que no sea
que ajustando las clavijas
al clave de la luz
con el cual se ilumina la luna.

El Big Bang así se apaga e ilumina
cuando dos polos se repelen
y de esa unión discontinua
empiezan a surgir las muchas dudas
del ser humano cuando mira
hacia arriba, allí donde un manto
se convierte en sepultura.

Viven el halo
las estrellas que se encienden
en los ojos de una enamorada
cuando su amor la mira.

En el centro del amor surgen
gran cantidad de sonrisas
y con miles miles de besos
alguien que quiere ser del amor
algo parecido a un corazón que se agita
escribe docenas de versos,
que de un soplo arrima
hasta allí donde las Nubes de Magallanes,
en el Hemisferio Sur de la Tierra,
ellas habitan.

Amor y por amar
una gran aventura,
cuando muchos besos chocan
se produce una locura
que si se acompaña de suspiros
terminan por convertirse
en una gran borrachera,
de noches de amor
en una gran cama elíptica.

Pesa un beso lo mismo
que un soplo
cuando un ventilador lo aspira
y lleva hasta allí donde
con ellos se edifica
un hermoso edificio
en el que hacer con el amor
una especie de pastel con muchas guindas.

Y entre latidos
y más latidos,
todo nace y muere
alrededor del amor
que en este poema se llena
de un grano de vida.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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