Ítaca vive en los ojos ciegos de un poeta,
en el interior de un caballo de madera
bien trabajada,
entre dioses que se amparan
en su código secreto,
entre mujeres que por saberse amadas
tejen sábanas
con que adornar los lechos
donde duermen las ausencias
para cuando se va a las camas.
Por aquí se oye
decir que Ítaca está
en los albores de las mañanas,
en un libro que se escribió
con la sangre de quienes leían en sus páginas.
Hay algo en este poema
que se encuentra allí donde
los versos reclaman
un poco más de viveza
con que aliviar las penas
de quienes murieron por defender la ciudad
que era de ellos su casa.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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