Y dicen que vienen
a por Federico
una cuadrilla de viles sujetos
y al frente de ellos
va un tirano,
loco él se sabe,
es temido por su celo,
en destruir lo que pilla,
en hacer grande los cementerios
Es un malcarado
al que se le respeta por miedo
y es que las tierras
en las que se plantan los majuelos
solo dan
una cosecha al año
y en el resto de días
ya las cepas
duermen largos sueños,
mientras crece
allí donde el águila
otea los sembrados,
el odio que convierte
los tallos en grano muerto.
¡Dicen que vienen,
ya por la calle van ellos llegando!
Vienen soberbios
y ebrios
son malvados
y rastreros pistoleros
de corazón carcomido
por los remordimientos.
A la puerta
de una casona
de esas de las de antaño
tocan ellos,
se oyen gritos dentro
alguien abre
y se encuentra
con aquello
de entregar a Federico
para que se lo lleven
hasta donde
todo lo que se ve son recuerdos.
Se les oye cantar canciones,
llegan presumiendo
de camisas nuevas,
medallas de latón
y botas de cuero.
Federico marcha,
pasan por el firmamento
unas palomas blancas
sacadas ellas
de un soneto gongorino
de corte lorquiano
con mucha música dentro.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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