No me cojan de la mano,
no me lleven a sus vera,
no me sientan,
no me rompan las ideas,
no me sacudan,
no esperen de mi otra respuesta.
No soy yo,
no soy el que era,
no seré este de ahora,
en mi nada queda,
me puse boca abajo
y de mi bolsillo cayó al suelo
solo una moneda,
por un lado un lirio
y por el otro una azucena,
en su canto una leyenda,
"Memento mori"
y esto me aterra.
No me inspiro
en más musas
que aquellas
que de repente se cruzan
por una acera,
ahora una mujer de letras,
ahora una obrera,
ahora una pastelera,
ahora mi madre
ahora mi abuela,
ahora mi mujer,
ahora
¿no se lo que era?
pasó un rayo de luz
llevaba un cesto lleno de poemas,
me ha señalado con su mano
como si yo fuera ese su poeta,
el que todos los días
en sus brazos se encuentra,
ya en la cama, en la mecedora,
preparando una suculenta cena.
Termino mi psicoanálisis,
me levanto del sillón de cuero
de ovejas viejas,
creo que de ser algo sería
pastor allá donde los pastos
alimentan a un rebaño lanar
con un perro conductor
de raza belga.
Mañana a la misma hora
veremos como esto finalmente queda,
lo del rebaño,
lo de la musa que espera
y lo del sillón no se lo crean,
solo me siento para escribir poemas.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario