Y alguien dijo
que los buenos poetas nunca mueren
y yo digo
que tampoco mueren
los labradores de mi pueblo,
ni en su danzar continuo
los gorriones.
No mueren las mujeres
esperando un reconocimiento
que siempre llega tarde,
ni mueren las pasiones.
Todo es eterno,
hasta el dolor
por el ser querido
persiste en el ambiente
y es que la muerte
en su aspecto más triste
es vida diferente,
es como si por el cielo caminasen
aquellas sensaciones que nos unen
a lo que quisimos,
ya fuera esto parte
o no,
de un todo
que se nos escapa de las manos
para cuando sentimos
un latido fuerte,
espoleando los sabores
de aquello que mejor nos sabe.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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