viernes, 13 de septiembre de 2024

POESÍA: EL PÁJARO AMARILLO

 No es la hora de dejar cantar 
al pájaro amarillo 
que se enciende por las noches 
allí donde el cielo 
nos señala un lugar hermoso
que todo los días vestimos
con más y más poemas
a cual de ellos más tentador,
por aquello de que todos somos hijos
del Altísimo.

Si estos poemas míos
fueran pequeños barcos
ya estarían todos ellos hundidos
y es que hubieran caído abatidos
en la primera bahía a la cual hubieran acudido
en busca de protección y auxilio.

Mis palabras solo son palabras,
no llevan nada más incluido
en ese genoma el suyo
tan simple y lleno de sentido.

Me disloca los nervios
el sentirme triste y abatido
por culpa de aquellas cosas simples
que pasan a diario
por allí donde vivo,
por esos lugares donde las tendencias son
algo parecido 
a ese toque de campanas 
que llama a misa los domingos,
a la cual acudir 
lavados y planchaditos,
bien educados 
y de las manos cogidos
por estrofas y ritmos,
los jóvenes detrás,
los mayores delante,
las féminas a la derecha
y los varones a la izquierda 
con el pie derecho puesto en el pasillo.

"Agonía, siempre agonía",
de sentir  lo mismo,
ya lo dijo Lorca
e hizo suyo Charles Bukowski,
con esa claridad de ideas 
del  místico que apaga las velas los domingos,
para dejarse ver en un puesto 
de perritos calientes 
con kétchup y pepinillos.

Autor: José Vicente Navarro Rubio

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