Historia es esta
que se produce en el transcurrir
de unos minutos
y es que un ciego
presunto en todo
mira de reojo
a un pedigüeño
que da de comer a un perro
de esos de todo un poco,
lazarillos,
que le sirve de enlace
con la gente que pasa por una acera
camino de algún sitio.
que le sirve de enlace
con la gente que pasa por una acera
camino de algún sitio.
Es esta
una esquina de ensueño
con su peluquería y frutería,
quisco de prensa
y banco
con su peluquería y frutería,
quisco de prensa
y banco
con sus cajeros automáticos
y colas de clientes
esperando su turno
y colas de clientes
esperando su turno
para entrar en la sucursal
a poco que el reloj se mueva unos segundos.
En la cafetería
convertida en refugio
de románticos, parados
y personal vario
de transito
para uno u otro sitio,
toma un té con limón
una señorita
y un señor viudo,
de esos que llora las ausencias
entre copas de brandy
y recuerdos convertidos
en esa especie de camino
que enlaza el pasado
con el futuro.
Bebe a sus anchas vino
un exminero
ya sus pulmones revertidos
en una especie de sacos
de carbón sucio.
Solo bebe
mientras mira de reojo
y tose
con grandes estornudos
todo aquello que heredero
allí abajo
donde lo desconocido
hace de los mineros
una especie de filósofos
que con barrenos
escriben las mejores páginas
de un triste libro.
La esquina que yo veo,
la del ciego
y pedigüeño con su perro,
la de la joven y el viudo
y la del minero,
corre por estos versos
la del ciego
y pedigüeño con su perro,
la de la joven y el viudo
y la del minero,
corre por estos versos
de una forma parecida
a la corriente de un río
que nace y muere en un suspiro.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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