Lo miré y si me miro
mal asunto
y habrá que tener cuidado
con los hados y las hadas,
pues era un libro
a lo que me refiero
que en un estante descansaba.
Llevaba una etiqueta pegada,
S//28/6/1928,
me di cuenta de que algo pasaba,
viejo, roto,
con cara demacrada,
el libro me hacia la competencia
en eso que pasa
para cuando me levanto de la cama
y me miro en el espejo
antes de salir a la calle
para ver si me vuelvo otra vez a la casa.
Pobre libro
y pobre de mí
y pobre de todo eso
que cultura se llama,
pues son tantas las ganas
de querer coger un libro
y partirle la cara,
que me quedo tranquilo
por aquello
de que su alma está congelada,
sus amores van y vienen
como las olas
cuando resbalan sus caricias
en las playas.
Y en esto me callo
y me quedo quieto,
retorno a mis andanzas
y ya con el paraguas
me vuelvo a lo mío,
que es como siempre nada,
nada,
lo que les diga,
nada,
por aquí si llueve
es para joder
a los de siempre
la marrana,
a los que ni tienen tierras,
ni labran
y por ser de secano
están acostumbrados a lavarse
la cara
con arena del Sahara.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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