No dudar ni sentir
ni esperar ni ser,
no hacer nada,
para que así no se rompa
el llegar de la noche
a la mañana.
Estar quieto,
no hablar, no hace falta,
no ser,
ni tramitar
ni pensar
ni jugar
ni levantar la mirada.
Solo de esto queda,
solo queda
en este espacio
de horas
de silencio acompañadas,
uno que se mira
y se ve la cara,
lo demás
la esencia
de un domingo
que amenaza con agua
es aquello
que nos ata
a un instante de vida
que en algún instante
se convertirá
en historia pasada.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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