Hoy no es en nada diferente
a otros días semejantes.
Todo sigue igual,
continúan las obras
en una de las casas
que a la avenida se abre.
Ya todo es un poco más
de ese aguardiente
que se sirve
a los clientes,
de todos los días,
en los bares que lucen
hermosas luces.
Para cuando esto ocurre
los poetas
apuntamos
buenos modales,
miramos y ejemplarizamos
con nuestros quehaceres diarios,
de tal forma
que los poemas ni arden,
ni echan chispas,
ni hacen cosas más aparentes
que entretener a quienes nos leen.
En estos días,
no es excesivamente grave
vegetar,
si es que se puede,
escribir algunos versos,
hacer converger
lo igualable
con lo no alcanzable
y así nos deslizamos,
en una mañana
por el viento sumergida
en un incruento combate,
en esas horas medianas
que para nada sirven
a los intereses propios de quien escribe,
que podría,
ahora sin más alicientes,
comerse
un bocadillo con anchoas,
bien atendido
por un vaso de vino blanco,
en su punto de frío,
para mejor deleite
de los labios que lo tientan
entre temblores.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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