Oigo ruidos en la calle,
todavía son horas
de soñar con duendes
y es que se menean mesas
y se oyen
los quejidos
de las vigas
y de las paredes,
asomando en la mañana
demostrando
que no hay días diferentes
para todo aquello
que no disfruta
ni de inteligencia ni de don de gentes.
En la cafetería
ya todo son cafés por aquí
y discusiones que no trascienden,
algo parecido
a un sumatorio
de hechos repetidos
que van tomando color conforme
este poema se convierte
en guia de aquello
que uno hace.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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