Cada día una sorpresa,
el barro de vez en cuando devuelve
cosas de esas que se lleva,
su seno es un torrente muerto,
ya su alma está seca,
el barro se convierte en ladrillo
que se espesa
con poemas
y miles de ocurrencias,
con el barro una vasija
pintada de escenas bélicas,
con el barro la muerte se despierta,
corren los limos
desde la la montaña
en la que el torrente
solo espera
de la fuerza brava de la naturaleza
parra arrastrar lo que pilla
para cuando el agua llega.
Barro lejos y cerca,
por allí donde pasa
y por allí donde transcurre este poema.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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