Estoy entregado a la tarea de escribir,
de sacar las cosas de su sitio,
de plantar palabras para que crezcan versos,
estoy en eso que se llama
salir del limbo,
para ver esos palacios de un otoño
de horror revestido,
que se esconden en otros lugares de este mundo,
la calle con sus gentes, el mundanal ruido,
el paseo por las estancias del saber,
el ser, yo con yo mismo.
Hoy es domingo
y las golondrinas de los enamorados
sumidas entre nostalgias
vuelan de unos a otros sitios,
ellas tienen sus lugares marcados
y siempre regresan
para ser junto a uno
ese estandarte que define
a quienes sin ser más cosa que un poco de misterio
en nuestras almas escondido,
viajar por las estancias de la vida,
siendo solo eso que se llama individuos
y es que en estas que escribo
resulta que ya aparecieron muertos
esos dos niños, de corta edad,
arrancados por la virulencia de una corriente,
maldito es el destino,
de los brazos de un padre
y es que si hay Dios
resulta que estuvo dormido,
durante unas horas fatales en que murieron
decenas y más decenas
de inocentes individuos,
todos ellos por culpa del agua que los arrastró
por allí donde quiso.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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