Diga usted lo que quiera,
lea,
repase los apuntes,
sáquele punta
al cañón de la escopeta
y si atina y acierta
ya sabe lo que le espera,
estamos acostumbrados
en estas horas
que no se cuentan
a decir de todo un poco,
a escribir poemas
con esa fragancia propia
del poeta,
que se asomaba a la ventana
cada vez que sentía cerca
el paso de la amada
camino de su casa
como si supiera
que por allí andaba rondando a las estrellas
el amado aquel que le describía escenas
propias del librito de una buena opera.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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