Es bueno volver
aunque solo sea para esto,
por aquí las cortinas de la vida
ya se han alzado.
Es de día y hace frío,
hiela hasta el pensar,
se escurren las ideas y se lavan en esta mañana
en aquellas artesas de madera
de cuando yo era niño. Recuerdo.
Mi cabeza metida en aquel armatoste
y el agua resbalando por mi cogote,
ya la frente convertida en la parte superior
de una nueva catarata y es en estos instantes
es cuando me detengo.
Y es que las navidades están manchadas
de mentiras y otras cosas,
de ornamentos fantásticos que no hacen falta,
solo el pesebre
y el niño y sus padres, por allí sin saber
lo que les esperaba, después vino
el calvario, la pasión
y el sufrimiento.
Menos mal
que alguien tuvo la intuición de salvar al Redentor,
aquello si que fue un verdadero milagro.
creo que es por eso, solo por ello,
que muchos siguen creyendo,
pues un Dios muerto
de forma humana, sin más miramientos,
no es digno de un libro extenso.
Será por esto que el Antiguo y el Nuevo, Testamento,
tanto se llenan de luces y de recuerdos,
de milagros y de encuentros del Salvador
con su pueblo,
por allí Pilatos,
dale que dale,
a aquello de dejar que fuera el estado llano,
los fariseos y las turbas desenterradas para el caso,
las que alzaran la voz y dejaran
sin juicio al caso, un triste relato,
que conmemoramos solo por aquello
de que se acaban los días
y si no lo hacemos jodemos el año,
a los vendedores de champán de vinos y pavos,
de juguetes y dulces, de vinos y de lo demás
que no es poco, comidas y hartazgos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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