La eternidad que surge,
aquí ahora asumiendo
su papel de barro y agua
que no se va de las vidas.
El todo que se llena
que juega con las vidas
que solo entiende
de esas cosas casi divinas
que puestas en boca de los poetas,
son otra cosa,
así la eternidad mordida,
esa que no se escapa
que yace con uno y resucita.
Así la eternidad y el mar
y esa mirada asustadiza
de quienes descubrieron un Nuevo Mundo
en el que nadie creía.
Así la eternidad ya enfermedad
que se cuida
de hacer que el sufrimiento
sea llama poco caritativa.
La eternidad del ser
y del Dios que nos cautiva.
La eternidad que vive
en las sombras ocultas,
allí donde la inteligencia
se hace preguntas.
De la eternidad la poesía,
ya manos ocre sobre una roca,
ya animal herido,
ya sombras o ser humano que se cuida
de hacer magia
con la que vivir
aunque solo sea
un día más de su vida.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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