Me vi poseído
de una gracia divina
y sin ser profeta ni adivino,
ni chamán
ni brujo,
ni rey
ni portero
de hotel alguno,
me siento
como zapato de piel
que sirve asimismo
para dar largar
y andar de continuo,
tan suave la piel,
tan leve el ruido,
que todo cuanto surge
es parecido,
a un volcán de ideas
que se inicia desde aquí
hasta allá,
ya la lengua saliendo
del mismo sitio
para derramar su colada
en el inicio
de un profundo precipicio.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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