Ni Fortunata ni Jacinto
ni habaneras
ni fabricas de puros,
en el siglo XIX perdimos
todo aquello que tuvimos,
por aquello de que éramos
en esta parte del mundo
algo más de lo que se adivina en los libros.
Los piratas del Caribe
solo son discípulos
de quienes vivieron
ese siglo del oro que nos hizo tan temidos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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