Yo también formé parte del barro,
el barro por casa crecía,
se sujetó a lo que pudo,
invadió los espacios de la melancolía,
jugo con las alegrías,
cabalgó en el caballo de madera,
fue comida en la cocina,
se metió en los lomos de los libros,
por allí anduvo a la suya,
ejerciendo de dueño
a sabiendas de que su reinado
por siempre perduraría,
en la memoria de un pueblo
que hace de las desgracias himnos
que no se olvidan.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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