En la alta peña
de aquella especie de circo romano
el león rugía
y es que olía a ser humano.
todo parece un cuento,
el león y la leona allí dejados,
para deleite
de quienes pasamos
y a través de grandes cristaleras observamos
su especie de letargo.
Satisfacen su hambre,
aplacan sus deseos mundanos,
ni cazan ni saben
lo que hacían sus antepasados,
pobres de ellos
no conocerán más espacios
que esos que los ojos observarán
a lo largo de los próximos años.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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