Los imperios guardan
sus fortalezas,
sus ganancias,
se llenan de oro
que roban y sacan
en veleros que marchan
marcando rumbo
de otras patrias.
Por aquí balaban las ovejas,
se les esquila
y la lana se convertía
en esos paños
que tanto oro le costaba
a un emperador de casta germánica.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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