Mal ahuero
decía la abuela removiendo las cenizas,
y es que se acercaban los de siempre
a caballo iban,
levantaban polvo,
llevaban encima
la semilla del mal,
por donde pasaban no crecía
ni la hierba ni la sabiduría,
ni la paz
ni nada que rime
con amor entre las criaturas.
Eran aliados
de una causa oculta,
del estado se reían
por aquello de que en él no creían.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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