Por estos sitios
las costumbres cuelgan
de las ramas de los árboles sagrados,
el olivo que se viste
de un color avispado
para cuando llegan las lechuzas
y se quedan sobre ellos esperando
que pase su pieza
para pegarse un buen hartazgo,
a costa de las inocente víctimas
abandonadas por el destino,
si es que esto viene al caso.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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