¿Y mientras esto pasa que decirle al mundo?
¿Acaso los días no son lo que deben de ser?
Ellos llegan con los fríos y calores, se nos quedan juntos,
usamos de ellos para vivir en lo cotidiano,
para trabajar,
jugar, hacer el amor y reír,
todo unido, así caminamos de seguido
con la vista puesta en lo que hacemos,
quizás en cada instante, quizás en cada minuto
nos vengan a la cabeza trazos de recuerdos,
relámpagos de dudas,
mares de silencios,
huracanes de emociones desmedidas,
y así si en esto continuo
podemos entrar en esos campos
que se denominan de lo desconocido
allí donde la existencia es tan simple
que todo consiste en dejarse llevar,
hasta donde una piedra se deshace en elogios
cuando le pega el sol
y deja de tener frío,
para cundo se le golpea
y rompe
en miles de pedacitos,
así y todo continuamos siendo
aquello en lo cual nos hicimos,
siempre más de lo mismo,
con más edad, con otras inquietudes
con más o menos los mismos principios,
así de fácil construimos
puentes de unión entre lugares distintos
y de repente en este pronto
en el cual nos hemos metido
suena un pitido
y se expande el café
y el azúcar se derrite
mientras se mueve una cucharilla
y sale el olor limpio
que fue el germen del grano,
la derrota del comunismo,
el nacimiento del capitalismo
y el libre pensamiento circunscrito
a solo aquello que se quiere que seamos
si es que servimos
a los ideales de quienes nos gobiernan
llevados de las fuerzas secretas
capaces de irrumpir hasta lo más profundo
del ser derretido y ya caldo a punto de ser absorbido.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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