El poder es esto,
escribir lo que uno quiere,
hacer lo que a uno le da la gana,
reírse del mundo
y soñar con que se es poeta
con fama.
No hay que romper las ilusiones
de las gentes que se empeñan
en sacarle a las palabras
un poco de todo,
la sal y la gracia,
por eso los poemas
muchas veces son
algo parecido
a una fritura de patatas,
pues salen a la palestra
cuestiones que rompen el alma.
Así nos vemos desnudos
con nuestros devaneos y patrañas,
en los viernes que no son Semana Santa,
ya el corral revuelto
y por allí
gallos y gallinas,
patos y patas,
pregonando a los cuatro vientos
aquello que les agrada.
Con eso de que la poesía es grande
y los poetas son los reyes de las palabras,
se me ocurre en este instante
ya pasada la una de la mañana,
lanzar una apuesta,
¿Dónde va el amor?
y si alguien la acierta
que le sean concedidas
tres estrellas,
cuarenta tendencias,
un par de bananas
y una entrada
para Disneyland,
antes de que Trump
ocupe la Casa Blanca.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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