Con el frío nos arropamos no conoce él de horas,
su impertinencia es terrible,
no sabe estar,
es por eso que se deleita entrando en nuestras sangres,
así se apodera y hace de nuestros cuerpos su madriguera,
se sabe invasor y sus campañas son terribles,
en esos frentes donde el frío yace junto a los soldados
mal atendidos en las trincheras
el frío es el más fiel de los aliados
en ese estar despierto
a la espera de las primeras luces sobre el cielo
para entender que desde el otro lado
se hace algo parecido y se matan las soledades
a base de echar pólvora y metralla
sobre los campos y ciudades allí donde hay otros
que luchan por lo mismo,
las razones son estos casos mínimas,
es la obediencia ciega y el miedo a las leyes
las que mandan sobre lo que desde siempre ha sido
una especie de castigo divino.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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