No duden de los sentimientos
del poeta
que coge los caminos
que llevan de punto en coma
y de acento en acento,
todas las grafías del mundo,
las que existen
y aquellas que ya desaparecieron,
solo sirven
de tormento
para el poeta que no encuentra palabras,
que se desvela por aquello,
de ser simplemente un exponente
de las teorías que esgrimen
quienes estudian los poemas
como si se desprendiera de ellos
algo más que el humo
que sale de las cavernas,
allí donde fueron tantos unos y otros,
tantos los cultos,
como los analfabetos,
un comodín de silencio es esto,
con su reloj de cuerda,
con sus péndulos atascados al suelo,
con un gato negro
que se encorva y demuestra
de que material están hechos sus huesos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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