Esta debe ser una hora sagrada
que vive en una sacristía,
que sirve de apoyo a quienes de ella utilizan,
es una hora de comunión diaria
de quien escribe con la vida,
así suenen las campanas
volveré al destierro,
a ese lugar concreto en el que los poetas
se vuelven observadores y con esa seguridad suya
del cazador habituado a matar especies protegidas,
uno se vuelve parte de las letras
con las que construye poemas,
la identificación es total
y quien diga lo contrario o no es poeta
o es que nunca ha sido cosa parecida
a lo que se llama poesía.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.