Estiradas y claras noches
cascados de tanto usar sus entrañas
para escribir poemas
que se olvidan por la mañana.
Ausentes y llenos de buenas trazas,
así surgen los equinoccios,
así se pasea en barca,
por ese Nilo fértil
al que solo le falta un diente de león
y una diosas alada,
haciendo que salga el viento
para que se escondan las calinas
que adormecen los sentimientos
y llaman a la calma.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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