Repetidas veces vuelvo al mismo renglón de siempre,
es como si el ciempiés y la oruga que viven de los pensamientos
tejieran su red cerca de donde uno se siente de todo ligero.
El pan que comemos es tan repetitivo y cierto
que sin él y mirando la historia entendemos
que nada seríamos en esto de humanizadores y seres
al servicio del orbe en el que nos movemos,
saben los jóvenes de todo lo que en el cerebro les metemos,
mandan las nociones sobre los sentimientos,
un mundo aparte nos llega y si de él nos desentendemos
la existencia está abonada a ser campo de experimentos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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