En las noches somos presas
de las graves y ligeras ocurrencias,
de los sueños, amoríos y tristezas.
Se diría que fueron hiladas las sombras
que en el espacio flotan
con hilo negro de fina seda.
Tan suave y leve la oscuridad que se atraviesa
que no deja
impronta alguna sobre el cuerpo
de quienes construyen silencios,
allí donde la oquedad negra es dura como una piedra,
catumba que sirve de refugio,
ya el enemigo del alma, las brutas ideas,
acechan y comen higos frescos
que se riegan en los manantiales por donde transitan
los soplos que nos despiertan.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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