Me dejé sentir poeta
era este el último del día.
Para que me dije,
andar con tonterías,
ser poeta es algo
que a uno le faculta
a lanzar promesas,
a jugar con las palabras,
a vestir los textos
de una especie de extraña filosofía.
Acompaña el día,
triste y solitario
hacia aquí y allá
de las cortinas,
pues en la calle llovía
con ese veinte por ciento
de posibilidades
que la AEMET predecía
con esa soberbia absoluta
de quien nadie se equivoca en la vida.
Puntualizo, se me olvida,
que en esta mañana
las ideas transitan,
por un acantilado rocoso
que se abre a un mar ebrio de dudas,
que lucha contra las rocas
en el fondo desprendidas.
Me se diminuto en esta ensaladilla
de poema al que solo le falta
la mahonesa y las aceitunas
y es que comencé bien,
pero nada más
pasar la primera curva,
resulta que derrapé
y por aquí se me ve
haciendo cosquillas a esta poesía.
Todo es mío
desde los anchas mares,
hasta los acantilados,
hasta las palabras monolíticas,
pasando por los enjuagues de palabras,
por la lluvia y las cortinas,
y en esto me fundo
como la mantequilla
en esta última línea,
para que nadie diga
que abuso del poder
que me da el saberme libre,
algo parecido
a una atolondra golondrina,
en uno de sus mejores visitas
al espectáculo diario de la vida
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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