Sin campanazos,
sin trinos
ni nada,
sin el cantar del cuco
ni el golpe de una maza,
sin los platillos que suenan
y el tambor dando la lata,
una lechuza se encanta,
mira a la noche,
la lleva clavada,
desde el origen de los tiempos
ella se encuentra enamorada
de los luceros y estrellas,
de la luna que la acompaña,
tan suave sus plumas
y tan afiladas sus garras.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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