Aunque solo sea porque la muerte
se veía por entonces lejos,
que bonitos se puede decir
eran aquellos tiempos, tan fructíferos,
Nada de aquellos días
se puede comparar
con nada de esto,
ni en calidad ni en peso,
las sonrisas diferentes
y los cabreos casi desconocidos.
La juventud que recuerdo
se paseaba esgrimiendo
su pasaporte que servía de anzuelo
para pescar en diferentes ríos.
Muchas de aquellas cosas
no volvieron
a encontrar su sitio,
en los corazones entretenidos
en bombear combustible,
con una precisión rayando
la perfección absoluta.
Pondría la mano en el fuego,
estoy casi seguro,
he llegado a esta conclusión
sin necesidad
de hacer muchos números,
que de volver a aquellos tiempos
tendría cuidado en no perderme
por esos adentros del intrusismo.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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