Un puente y unas aguas
y un pretil
y unos coches,
viandantes se ven,
la escena es opaca
parecida a lo que se observa
cuando se mira a través de un cristal
ahumado como el salmón salvaje.
y un pretil
y unos coches,
viandantes se ven,
la escena es opaca
parecida a lo que se observa
cuando se mira a través de un cristal
ahumado como el salmón salvaje.
En la ciudad surge la alquimia
sin necesidad de quiromantes.
Es cuestión de poner el ojo
en cualquier banco de un romántico parque,
allí donde dos enamorados
cumplen la misión
que el poeta de ellos quiere.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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