Y al fondo una pared y un recodo,
ventanales que dan a un claustro,
por aquí Dios vive en todas las habitaciones,
entre rezos incesantes,
pobreza de las buenas gentes
fuera de esos dominios
donde todo corre
más a la suerte
de quienes son proclives
a lamer la marea de los mares,
romper los terrones de esa tierra
que se adhiere a las albarcas de los jornaleros
que debido al hambre se prostituyen
trabajando de sol a sol
los fructíferos bancales
que sirven de tarjeta de embarque
a quienes mandan y solo quieren
tenerte bajo su suela de zapato,
tal chinche que se adhiere
a la piel
de quienes
cerca pasan
sin saber lo que encima se les viene.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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