Ya nada queda.
La tierra arrancada del suelo,
la carne de los cuerpos descosida,
ajadas las siluetas que se ven aparecer,
aquellas que llegan por un camino,
entre olas que se miran,
entre azules del mar
La tierra arrancada del suelo,
la carne de los cuerpos descosida,
ajadas las siluetas que se ven aparecer,
aquellas que llegan por un camino,
entre olas que se miran,
entre azules del mar
y del cielo enternecido,
aquello que se ve puede que sea
allí al fondo destruido
el comienzo de nada,
aquello que se ve puede que sea
allí al fondo destruido
el comienzo de nada,
pues se impuso la barbarie
sobre el conocimiento científico.
Por esos lugares de vuelta
se llega al sitio
de donde se salió para volver
más de todo pobres
y sometidos al vil desprecio
de quienes se saben ganadores
de quienes se saben ganadores
por aquello de que han hecho
lo que han querido.
Deshojan los bárbaros margaritas,
se comen ese pequeño mundo
del cual solo ha quedado
una frontera imaginaria
de esas que no hay en ningún sitio.
del cual solo ha quedado
una frontera imaginaria
de esas que no hay en ningún sitio.
Volver a nacer es lo mismo
que haber sufrido
todo aquello ponderable
todo aquello ponderable
que solo se olvida
con unos buenos vasos de vino
y aquí nosotros nos desvelamos
con unos buenos vasos de vino
y aquí nosotros nos desvelamos
y sentimos atraídos
por una especie de sentimiento
por una especie de sentimiento
que se inunda de palabras
que a lo más seguro
que a lo más seguro
no llegarán a ningún sitio,
pero si así no fuera
pero si así no fuera
y hubiera otro destino
que sean de estos mis versos
lo que se quiera de ellos,
que sean de estos mis versos
lo que se quiera de ellos,
si es que son bien entendidos.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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