Y en el camino y en la carretera,
de un lado para otro
a veces aparece la fiera
que se come el asfalto,
que bien se alimenta
de un lado para otro
a veces aparece la fiera
que se come el asfalto,
que bien se alimenta
del aire que dejan los coches
cuando pasan a toda tela.
cuando pasan a toda tela.
Que aúlla la noche
allí donde la nieve anega
los montes y las montañas,
la vieja casa de madera
con su chimenea
y lagos con truchas
y barquita que espera
que se suban a ella
para ser en el agua
la de siempre verdadera fortaleza
desde la que se pesca.
Que la noche entra
en los conciertos
de los roqueros que se entregan
a ser las deseadas estrellas
de un hermoso firmamento
repleto de humo que se escapa
de las siempre perpetuas estrellas.
de las siempre perpetuas estrellas.
Juega la guitarra,
se oye una trompeta,
una batería que se llena
del toque aguado de quien la golpea
y allí en el escenario sala a escena
el viejo roquero
con su sombreo y camiseta
que emula al combatiente que viene herido
de una larga guerra en las selvas del Vietnam.
una batería que se llena
del toque aguado de quien la golpea
y allí en el escenario sala a escena
el viejo roquero
con su sombreo y camiseta
que emula al combatiente que viene herido
de una larga guerra en las selvas del Vietnam.
Apocalipsis y polvo
y jeringas abandonadas
en una trinchera,
en una trinchera,
entre muertos y heridos
y balas y armas de todos los tipos
y balas y armas de todos los tipos
y de todas las épocas.
Y así sin demora se llega
a ese lugar de la carretera
donde un STOP marca la diferencia
entre quienes salen y entran
en una u otra dirección,
donde un STOP marca la diferencia
entre quienes salen y entran
en una u otra dirección,
en una u otra aventura
de música repleta.
de música repleta.
Autor: José Vicente Navarro Rubio
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