viernes, 17 de junio de 2011

A OTRA CASA DE LA CALLE DE LAS CRUCES: VEJEZ

                                                                    

No hay peor cosa que la vejez con ella llega las enfermedades y la muerte. Aquí tenemos un ejemplo de lo que el autor de la fotografía ha titulado con el nombre de vejez. A pesar de todo lo dicho la fotografía me agrada mucho ya que deja al descubierto como el paso del tiempo y la furia de los elementos pueden convertir en un solar algo que un día tuvo vida. Es una fotografía que intenta plasmar como el paso del tiempo no es gratuito y como con la caída de las hojas no perennes de los árboles, otoño tras otoño, se van yendo también ciertos elementos que venían a dar sentido a un conjunto estético formado por patios, paredón, árboles y casas. Son por lo que se ve dos casa en su conjunto separadas por una pequeña pared divisoria a la que las inclemencias en forma de lluvia y aire han deteriorado notablemente.

Sobre las paredes de la primera planta todavía resaltan las pinturas originales que éstas tuvieron en su día. Una puerta semiabierta nos deja ver la estancia ya sin techo y abajo en la planta baja una puerta de madera y una ventana de cristal con sus rejas sirven de frontera natural al teleobjetivo de la cámara.

Una buena fotografía y ya digo que aunque viejo y medio derruido tiene mucho encanto porque este caso que estamos contemplando es un claro exponente de lo que viene ocurriendo en Pinarejo con las viviendas viejas. Parece ser que es ley de vida y que nos hemos acomodado a ello.
Para finalizar y como últimos trazos decir que las ramas de los árboles sobresalen unas por la izquierda de la toma y las otras junto a la pared. Son a lo pronto unos fieles testigos y puntuales sobrevivientes, sin derecho a hablar de aquellos tiempos en que las casas estuvieron habitadas.

Es la vejez la que deja que veamos
las entrañas de esa vetusta casa
que como si fuera un gigante de dura piedra
aguanta los envites de la vida y espera
de la mano amiga del hombre
para que le alivie sus penas.

Resiste el muro a una muerte certera
cuando desde la alta cámara
hasta el patio llegan
los gemidos del viento
que desde hace tiempo esperan
dormidos sobre lechos de blanda lana
descansar junto al fuego de la chimenea.

José Vte Navarro Rubio

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