No es el tiempo
el que tus ojos marchitan
ni la vejez
la que te hace doblar
las rodillas,
es la misma vida
la que te arroja
en manos de la dejadez
y aunque aun estas muy viva
veo aflorar
en esos remansos de blancura
con los que te maquillas
ciertas tristezas
que se alojan
más allá de esas ventanas
de irregulares aristas
que permanecen cerradas
a cal y canto
desde aquellos otros días
de mayos cantados en la calle
y de mujeres transitando
camino del pozo de la Veguilla.
José Vte Navarro Rubio
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