Llegan los silencios
con olor a romería,
trajes de fiesta moteados
como una rechoncha mariquita
y yeguas blancas, pardas y negras,
engalanadas con ramilletes de flores
y repujadas sillas de montar a la antigua.
Y vienen a sentarse
allí donde otros silencios
de otros días
dejaron palabras huecas
y mucha resignación.
Siento pasos y ruidos
que me indican
que no estoy solo
y que mi soledad
puede ser ficticia
como lo son
esos negros nubarrones
y esos pájaros de picos
extremadamente puntiagudos
que pululan a sus anchas
y buscan en el fondo de mis ojos
guarida donde poder construir
sus estacionarios nidos.
José Vte.Navaro Rubio
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