miércoles, 10 de agosto de 2011

POESIA: DE ESOS SILENCIOS

                       I
Son silencios queridos y respetados
los que llegan en determinados momentos
y se quedan ahí junto a uno
como si te conocieran de toda la vida
y supieran lo que estas pensando.

Surgen en Pinarejo los silencios
en todos los momentos del día,
allí donde te encuentres hay silencios
que solo se ven rotos
por alguna pequeña brisa que brota y se aleja al instante
o por algún leve quejido de alguna rama
que viene  a dar con su cuerpo en el suelo
por culpa de esos hijos, frutos, que le surgen
y la cargan de peso más de lo debido.

El silencio en las cuevas de las casas venía acompañado
de olores a vinos tintos , claretes y blancos de la tierra
tan gustativos y endiabladamente jóvenes
que terminaban haciendo feliz alguna garganta agradecida.

En las cocinas los silencios erán alegres
pues coincidían con la hora de la comida
y desde la calle solo se oía alguna palabra aislada
y el sonido de las cucharas sobre los platos vacíos.

En los corrales los silencios se rompían
con la entra de los animales en las cuadras
y luego con los resoplidos de los machos, burros y caballos
al dar  buena cuenta de la paja que en el pesebre consumían
después de una agotadora jornada tirando del carro o del arado.

Los silencios de las cámaras de las casas
eran más enigmáticos, yo diría prohibitivos,
pues por ser cámaras y tener las ventanas abiertas
rara era la ocasión en que algún ave no se colaba dentro
y hacía su nido.

Los silencios de la iglesia
tenían otro sentido,
y se veían rotos por las almas
que debían bagar sin rumbo cantando salmos y aleluyas
entre los bancos vacíos
a la hora que las campanas avisaban a misa.

                 II

Llegan los silencios
con olor a romería,
trajes de fiesta moteados
como una rechoncha mariquita
y yeguas blancas, pardas y negras,
engalanadas con ramilletes de flores
y repujadas sillas de montar.

Y vienen a sentarse
allí donde otros silencios
de otros días
dejaron palabras huecas
y mucha resignación.

Siento pasos y ruidos
que me indican
que no estoy solo
y que mi soledad
puede ser ficticia
como lo son
esos negros nubarrones
y esos pájaros de picos
extremadamente puntiagudos
que pululan a sus anchas
y buscan en el fondo de mis ojos
guarida donde poder construir
sus estacionarios nidos.

              III

 Labios profundos besan
esos espacios
vacíos de seres humanos
donde reinan los silencios
junto a ese arco iris
que aquí nace
al lado de las estrellas
y de esa sonrisa
profunda de la luna
que nos entra por los ojos
y se viene con nosotros a dormir



José Vte. Navarro Rubio

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