Hay vida en el árbol
en las largas noches,
agotadoras tardes,
y calurosas mañanas,
desde las profundas raíces
que yacen escondidas en el subsuelo
hasta las altas ramas que tocan el cielo.
Dale al árbol tiempo
y verás sus ramas florecer
y llegado el momento
sus hojas descender
desde las alturas al suelo
para allí ser ligero tapiz
en manos del viento.
Sabe el árbol de historias
que se oyen cuando menguan los calores.
Bajo sus ramas escucho
historias que contaban mis abuelos.
Dejad al árbol que crezca,
dejarlo solo con sus historias y cuentos
que saben ellos de Pinarejo
más de lo que nosotros nos creemos.
José Vte. Navarro Rubio
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