Seguro que es la hora
pues ya los árboles desprovistos de hojas
y el suelo convertido en florido tapiz
llegan los lamentos
en esos otoños de nuestras vidas
imposibles de predecir
porque el reloj que marcaba las horas
se ha comido un siglo de nuestras vidas
Y es música de acordeón la que me despierta
y me alegra
pensando en aquellos otros días
en que las guitarras lanzaban al viento
letras musicales como si estuvieran totalmente locas,
como si las últimas olas de un océano hambriento de pasadobles
se hubiera introducido dentro de ellas
y unos perezosos caballitos de mar
se columpiaran en sus tensas cuerdas.
José Vte. Navarro Rubio
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.