Nadie contemplará ni aun queriendo
su entierro
ni nadie vivirá más de lo debido
por mucho que se encomiende al Dios bueno.
Dejame que en esas soledades
que trasmiten los campos huerfanos
me acerque hasta ti
encaño de agua durmiente
para mojarme si pudiera ser
con esas gotas de roció,
lágrimas de ángeles ,
que vienen a caer
a la hora que los gorriones duermen
y las perdices cantan sin venir a cuento.
Dejame que me mezcle
de esos olores que la Montesina lanza,
pues yo quiero
vivir o morir
igual que las palomas
que se lanzan al espacio incierto
sin saber nada de la teoría de los vientos
José Vte. Navarro Rubio
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